Friday, December 26, 2008

Separando la gravedad del centro

La memoria es cruel. Cruel cuando te suspiran los zapatos. Cuando tienes respuestas certeras a los estribillos. Cuando sabes dónde estan. La memoria es cruel cuando tu mente no piensa, cuando como siempre sólo canta y te envía señales entre líneas. Cuando tu subconsciente ocupa el 86% de tus días presentes, pasados y futuros. Cuando está a punto de comenzar un nuevo año y aún no encuentras la puerta de salida para huir de los anteriores. La memoria es cruel, sobre todo porque sabe que en el fondo, te gusta volver a ella mientras te sientes inerte y haces que el suelo se convierta en poesía. La poesía del recuerdo es reciclar todas las sensaciones de agua salada, de telas revueltas, de aire viciado y lo más distintivo: de electricidad que envuelve lo irrevocable, que alienta la certeza de que ese es el lugar correcto.

Por encima de mi voluntad, se recicla la poesía. Cada día.

Tuesday, December 23, 2008

Liarla en sepia

Una silla verde y yo. Un cuarto descolocado. Un árbol de navidad pequeñajo. Un trineo del tamaño de un patuco porta al señor de la barba blanca y el pijama rojo. Porque Papa Noel lleva pijama, las cosas por su nombre. Frío en la punta de la nariz y en las raíces de mis dedos. Música acústica con voz dulce en la incesante caja de musica digital que me llena de oxígeno las 4 paredes de incienso. Parece que mañana será navidad, por fin. Y mientras el arpegio de la guitarra de la chica española dulce que canta en inglés sostiene mi mirada fija en todas partes y en ninguna, me siento en color sepia.
Nunca me había sentido en color sepia. Tal vez en blanco y negro, pero nunca sepia. La silla ya no es verde sino cartón y me siento rara, como si fuera yo pero hace tantos años que tan siquiera había nacido. Intuyo de fondo el sonido de villancicos de los años 20, con todo su swing y todos sus copos de navidad haciendo piruetas. Parece que el tiempo no pasa, que se estanca como el lago de un jardín zen, demasiado equilibrado como para decirle nada, como si un susurro de más pudiera estropear la superficie impecable de ese agua que parece cristal.
Pero yo solo tengo ganas de coger una piedra asimétrica de colores y lanzarla con todas mis ganas contra lo presupuesto. Y una vez producida la osadía de provocar al orden perfecto de las cosas, seguir silbando el swing que me de la gana inventar. Porque por fin, mañana es mi Navidad.

Monday, December 15, 2008

El calcetín desnudo


Ahora el mundo está tan abierto como el cielo
y el camino se vuelve pequeño para tanto aire.
Hoy me he comprado un cacharrito de hacer pompas con mi mejor amigo. He sido feliz consiguiendo que el jabón redondo brillara de colores. He sido feliz eligiendo entre mil bollos envueltos con olor a dulce para compartir uno de ellos con un café. Me he sentido simple de camino a casa mientras esperaba congelada un bus que jámas llegaba. Simple, por ser feliz con una burbuja y una palmera de chocolate. Me encanta la simpleza. Es lo que más echo de menos -si es que alguna vez fue mía-.
De vuelta a casa en el autobús. Ni Baudeleaire. Ni Woolf. Ni Frida. Tampoco Hesse. No estaban allí. Como tampoco lo estaban mis palabras enrevesadas. Ni mis significados profundos. Mis picos para profundizar más y escabar hasta aparecer por el otro lado del mundo, como a mí me gusta viajar. No aparecieron las pesadillas del poeta, tampoco la nostalgia de lo perdido. Ni rastro de mis tormentas que mantienen verde y vivo este paisaje.
Y llego aquí. Caja blanca de mis musicas diarias. Habitación alquilada al destino por tiempo ilimitado. A veces en el epicentro de mi cuarto, hogar de mis hogares, me pregunto qué pasaría si desconectara. Si desenchufara mi búsqueda. Qué pasaría si no hiciera nada. Si sajara de cuajo la inquietud, la certeza, la curiosidad, la náusea. Si mañana, en lugar de ir a trabajar, me quedo durmiendo. Si apago el móvil y me voy a Atocha para coger un cercanías que me lleve hasta el final de la línea del color que más me guste. La que haga juego con mi calcetín izquierdo, por ejemplo. Y bajarme sin tan siquiera saber el lugar de mi destino. Sentarme a observar. Dejar caer al sol por su propio peso, como las cosas trascendentales de la vida. Saber si alguien, mas allá de mi familia, me buscaría. ¿Cuánto tiempo ha de pasar para que alguien te busque? ¿Para que alguien se acuerde de ti? ¿Para que sienta la necesidad de estar contigo tan punzante como para salir corriendo?. Eso no existe. ¿Eso no existe?. El sol caería y el capote negro arroparía mi cansancio en un sueño incierto, entre la libertad y el temor. Al día siguiente desayunaría regocijo con colacao y pasearía mi satisfacción campo adentro en grandes zancadas de suelas sonrientes. Abrazaría árboles con toda mi alma y me inventaría, me contaría historias a pleno pulmón para creermelas dogmáticamente. Y.
¿Y luego qué? Cuando pienso esto, nunca consigo ir más allá.
De momento me queda esto: Él, las pompas, el chocolate. Son necesarios. Pero ¿y luego?. ¿Cuando el despertador rebobina un nuevo día y te despiertas con Frida, Hesse, Woolf y Baudelaire hechos un nudo en tu cama, sin ropa, dándote cuenta de que una noche más has vuelto a caer en ese juego que no se acaba nunca?. ¿Cuando follas con tus ideas a tu propia mente?. ¿Cuando vuelve la certeza, la náusea, la inquietud y tu rueda sigue girando?. Entonces ¿Qué? ¿Dónde queda el color de mi calcetín derecho entre tanta piel?.
Buenos días.
Entonces, justo entonces, el mundo está tan abierto como el cielo.
Y el camino se vuelve más pequeño aún para tanto aire.

Thursday, December 11, 2008

Barcelona I

Barcelona fue tan explícita que me recibió con la luna en lo alto de la boca de metro, a pesar de ser de día. A su lado, un sol blanco de invierno caía en tromba demostrando que, si él quiere, el aire también tiene color.

Tras un par de kilómetros ravaleros en las ruedas de mi maleta, el puerto ha sido sorprendido por mi tinta fijadora en un arrebato de atardecer. Dibuja el agua ondas hipnóticas donde los pájaros de la libertad, alias gaviotas, esperan expectantes el significado de dicha palabra. Mientras escribo esto, una paloma enmarcada por mis pestañas reivindica su significado. Tal vez, en este viernes 5 de diciembre donde, como cada tarde, la vida empieza, gaviotas y palomas se hayan puesto de acuerdo para comunicarnos algo importante sobre lo que necesita el mundo a las 3 personas que, esparramadas por las escaleras, paladeamos un atardecer de sol que no viene desde el cielo, sino que es reflejado por los cristales de aquella torre portuaria de en frente que a su vez se refleja en la sal del agua que nos mira de cara. Ser impactado por un atardecer con el sol a la espalda. Bonita casualidad estratégica.

Monday, December 08, 2008

Fin de la primera parte

El copo más bonito,
más buscado,
más perfecto para mí

de entre toda la nieve
que surcaba el aire

se despidió en invierno
de la palma de mi mano
con un beso de agua.

De ahora en adelante
siempre le echaré de menos.

Monday, December 01, 2008

A la orilla de las letras


Las palabras son como las huellas de los pies a orillas del mar:

desde el principio estan condenadas a desaparecer con las olas,

pero siempre te quedará decir que tu pié lamió con su planta

allí donde la luna juega a hipnotizar la marea.