Sunday, June 28, 2009

Pegó un trago al vaso de agua fría...



... y entonces le dijo:

"Ven aquí ya, que te voy a decir cuatro cosas bien dichas con esta boquita".

Pero no, al parecer no se refería a las palabras. Ea.

Saturday, June 27, 2009

Derecho torcido

A veces no se me ocurre
qué hacer
con frases como:

"El derecho
a estar torcido
".

Wednesday, June 24, 2009

Entre dos conmociones

Las horas me han ido enredando esta tarde y he perdido el tiempo por culpa de la música. Estan compinchadas. Sabían desde el principio lo que iban a hacer conmigo, la vulnerable mortal. Las horas y la música tienen mucho peligro. Son unas manipuladoras, te tienen a su merced y lo saben. La una te entretiene mientras que la otra se te cuela dentro.

Aunque no tengo muy claro si es la música la que te distrae mientras que, zaca, el tiempo se te cuela hasta el alma... o si son las horas las que te entretienen como quien no quiere la cosa y cuando te quieres dar cuenta, zaca, ya tienes a la música metida dentro, muy adentro.



Raptan poemas de Juan Ramon Jimenez. Raptan la voz de un alma... que rapta a quien le escuche.

Sin piedad, confabulan nuestros destinos.

Friday, June 19, 2009

De cómo se hacen grandes descubrimientos


Estoy pensando que...

Una amiga me regaló un vasito de cristal verde, con forma de lechera. Tiene hasta asa de hierro que chirría si la mueves de izquierda a derecha. Tambien tiene forma de lamparita de candil, de esas de cristal del siglo diecimuchoscasiveinte.

Luego he pensado que...

El día de mi cumpleaños perdí el quemador de incienso. La piel de árbol oscuro que habia mimado las cenizas de las barritas olorosas durante años, se quedó perdida en el césped aquel día de mayo. O eso o se lo comieron las palomas, que seguro que traman algo.

Hace una semana mi madre me trajo un ramo de madreselva. La madreselva huele a paseo de verano a la caída del sol. La madreselva es infatigable. Así que, a falta de incienso, perfumó mi cuarto hasta que sus pétalos aguantaron este calor. Lo hizo en el vasito/lechera/lamparitadecandil que me regalaron.

Hace unos días apareció un ramito de lavanda y romero. Está siguiendo el mismo camino que la madreselva. A mí la lavanda y el romero me recuerdan a paseíto por el carril bici por la tarde.

Pues bien. Si no fuera por las palomas que se comieron mi quemador de incienso ni por el ramo que capturó mi madre, no hubiera cambiado de "ambientador". Dos casualidades que me han llevado a un gran descubrimiento.

Así pasó: Persianas bajadas para que no me queme el sol... Ironías de la vida porque
estaba yo viendo una de vampiros -y de soledad-... y fué entonces cuando en mis pituitarias se descubrió el gran hallazgo...

Lavanda + romero + un par de días en agua + mi cuarto + verano con calor = el olor exacto de la canela.

Sí, si se mezclan lavanda y romero acaba oliendo exactamente igual que la canela, nunca se me hubiera ocurrido...

Grande.

P o r e n c i m a d e l a q u í m i c a:
l a c o t i d i a n e i d a d .

Thursday, June 18, 2009

La femme fatale que fume fatale




Perderse para encontrarse. Secuestrarse para rescatarse. Esas son las reglas del juego si eliges el camino complejo, el bonito. Dados sorpresa en cubiletes con los que te sueles tropezar, dados que tras ese tropiezo, doloroso o no, salen disparados del cubliete y te pueden llevar hacia cualquier casilla. No te lo esperas y zas, aparece algo, más efímero o más atemporal o menos pequeño o gigantemente ínfimo.

Roles. Un rol es una ficha. De pequeños nos enseñan a ser sólo personas normales, ni rastro de explicaciones sobre las fichas alternativas. Nos lo meten en el cerebro hasta que te pierdes en el vacío y a base de flotar en la nada te sorprendes con el hallazgo de tus propios colores. Que se van, y vienen, y se van...

Hablemos siempre, eso sí, de roles auténticos, no de mentira.

Hay gente que se dedica a los roles. A los planes B. A los colores. Son expertos en crearlos, en dar forma a alter egos, prolongaciones de su juego. Y no solo eso, sino que comparten las mil maneras que tiene un ser humano de sentirse lleno por dentro. De identificarse con lo que uno es. O con lo que uno no es, al menos de momento.

Unos escriben, otros filman, otros fotografían, otros comunican, otros ayudan, otros parecen invisibles al gran ojo -siendo estos tal vez los más importantes-, pero todos crean. Se entretienen y entretenienen. Dados, fichas, posiciones, movimiento, vida. Y mientras van construyendo.

¿La vida es juego
y los juegos
juegos son?




- ¿Está lloviendo o estoy soñando?
- ¡Probablemente las dos cosas!

Tuesday, June 16, 2009

Los ciclos rectos

- Hola doctor.

- Adelante.

- ¿Cómo lo ha sabido?

- ¿Saber el qué?

- Pues eso, que ese es mi problema, el adelante...

- Túmbese y cuénteme...



- Pues verá...

A veces me pregunto sobre la veracidad de los ciclos. Con la edad, la palabra "ciclo" se vuelve cada vez más compleja. Ya ni los años son capaces de acotarlos. ¿Ciclos?: Mejunje inmundo de inercia sin sentido, deriva expectante de nada.

Y al dudar de su veracidad me doy cuenta de su importancia. Sin cerrar la gestalt es imposible dibujar trayectorias, cerrar las vasijas que contendrán las vigas de los pasos.

Hasta hace unos años los cursos marcaban etapas. Cada curso, mi vida iba in-creccendo. De la primaria, a los "mayores" del instituto. De la ESO, a elegir un bachiller de ciencias o letras, en función del color que quisiera para mi futuro. Parecía estar a punto de ser adulta, lo notaba en las ganas, en la bóca del estómago. Quedaría lejos una adolescencia de bicho raro, de pensante descoordinada de su edad. Ya tenía licencia para ir más allá sin miedo. Un bachiller rico en filosofía, arte, música, historia y mundo que encajaba en mi cabeza con una mayoría de edad recién estrenada. En las yemas de mis dedos un año personal difícil y conseguir la nota para periodismo... un pestañeo después ya estaba entre mis manos.

4 años de carrera en la mole gris, frecuentando más la bilbioteca, la videoteca y la cama que las clases. Fermentar talante. Descubrir ventanas a mundos que siempre estuvieron dentro de mí, pero que ahora, oh sorpresa, existían en otros. Fascinarme ante la alteridad, ese espejo que nos diferencia y nos hace iguales a la vez. Enamorarme hasta las trancas tal y como había esperado todo ese tiempo que fuera la primera vez. Descubrir eso de ser una pieza fundamental entre todo este caos, tener claro que no podré cambiar el mundo pero sí que conseguiré abrir mundos interiores con la comunicación.

Último año de universidad. El mundo visto a través de periódicos, libros, documentales, películas y personas de colores. A través de mil enlaces de internet delante de los cuales las horas chorreaban sin parar, inundando mi memoria que luego, ahogada, no recordaría nada. Cerciorar, por fin, que el género no existe para mí. Y encontrar unas prácticas amarillas y azules, como la playa, donde jugar a capturar en el tiempo los sonidos de lo insólito. Viajar a ciudades donde viví en otras vidas. Saber que tengo que volver. Incluso allá donde aún no he ido.


Hace muchas líneas el círculo empezaba a convertirse en espiral, cada vez más abierta. Hasta ahí iba bien. Pero hace unas pocas líneas todo son varias rectas diferentes con alguna que otra curva. Puntos que caen y se quedan. Se pueden unir, pero no terminan de construir nada. Todo queda abierto, mal marcado, de pasada. Constante miel de labios a la que no estoy acostumbrada.

¿Y ahora qué?

Hoy, a diferencia del resto de mi vida, no existe ningun faro en todo este océano. Ninguna vocación. Ningun pálpito. Ninguna gana por encima de la media. Todo y nada en un suspiro. Todos ciclos por cerrar, incluso por existir, que hacen que se escape por su ranura cualquier tipo de sentido de pertenencia, presente ó futuro. Y los ciclos son demasiado auténticos como para forzarlos con un pincel inventado.

¿Sabe? Según voy hablando, he descubierto 3 cosas:

1. Tal vez es que si los ciclos no existen, nosotros tampoco.
2. Al ser humano le revienta no existir.
3. El coraje tal vez sea el motor inmóvil creador de espirales.


¿A revolverse pues? Tal vez rodando entre las sábanas consiga algún nudo que sujete todo esto. Tal vez dando vueltas la inercia dibuje espirales. Qué pena que el "tal vez" forme parte del equipo de los insípidos ciclos rectos que tan enferma me están poniendo...

- Tal vez, tal vez...

Sunday, June 07, 2009

El fantasma de la rumba

En una guitarra
la vida va luchando
entre el ring
que forman sus cuerdas
y mi historia va sonando
entre estribillos que recuerdas.
Así se crea el conflicto:
ganchos de memoria en Re,
derechazos sostenidos
de conversaciones inventadas,
cobardes sin bemoles.

Un acústico sentir se ensaña,
transforma la roja canela
en marecillos salinizados de pestañas,
cuerdas flojas a mi vera
cuyos nudos me despiertan y enmarañan.
Agridulces gotitas de desvarío
que ponen ritmo al panorama
siendo un punto suspensivo
entre líneas de pentagrama.

Friday, June 05, 2009

El pequeño salvaje

Aquella salamandra brujuleaba entre las piedras pensando a cada paso -o como quiera que se llame lo que dan las salamandras y lagartijas del mundo- cuál de todas las que construían la cala quemaría menos. El sol fulminaba sin miramientos a las rocas, las espachurraba con su fuego blanco y las convertía a todas en papel de plata desde la distancia.

A la distancia vamos pues, a través de la blanca luz de este día cualquiera, de un año cualquiera en una estación tan cualquiera como es el verano esparramándose en un punto más de los muchos que se pintan en los mapas de piratas. Observando desde la sombra de una higuera, el pequeño salvaje se dejaba hipnotizar por los brillos de plata que canturreaba el horizonte. Cuando el destello empezaba a emborronarse en su mirada y un sentimiento de desvanecerse le recorría el ombligo hasta llegar a la nuca, el pequeño salvaje cerraba los ojos y se concentraba en aquel olor dulzón, pero no por ello facilón, de los frutos que maduraban sobre su cabeza.

La narradora de esta historia aún no sabe a ciencia cierta si esto último, lo de los frutos que maduraban sobre su cabeza, era una metáfora o no.

Por eso la narradora, a sólo un palmo del folio, ergo de la salamandra, las rocas plateadas, el olor a higueras y el sonido del pequeño salvaje a la sombra, mordió la goma del lápicero para reflexionar al respecto. Nunca le gustó la textura que se te clava en las muelas cuando sin querer mordisqueas un poco de más y tus dientes van a parar al metal que sujeta la goma con el lápiz. Pero a veces, zas, se manifiesta sin remedio. Blando, pero duro, se clavan los piquitos de las muelas y se quedan atrapados durante unas décimas de segundo mientras se empapan en dentera. Ya sabemos por qué se llama "dentera"...

- Qué desagradable - pensó ella.

El pequeño salvaje abrió los ojos con un susto profundo. Había escuchado una voz, muy clara y contundente, de una mujer. Probablemente Dios fuera mujer. Le había mandado una señal. Disfrutar a la sombra de las cosas maduras era desagradable. No sabía a ciencia cierta si era una metáfora o no, pero esto al salvaje le sirvió como excusa perfecta para no dejar de ser jamás ese pequeño curioso indómito que brujuleaba entre la vida de este mundo, no para ver qué piedra quemaba menos, sino para encontrar qué persona de todas le quemaba más. Ese sería su camino.

El calor y la inesperada experiencia sorpresa de morder desagradables metales, zas, sin previo aviso: eso sería lo que le motivaría a ser lo que, con una marca en la frente, trajo al nacer... un pequeño salvaje. Sin ambigüedad.